¿SECRETOS DE ESTADO O INFORMACIÓN DE DOMINIO PÚBLICO?


¿Alguna vez te has preguntado como y porqué surgió la Guerra de Irak? Y peor aún, ¿opinas que no fue más que una tapadera de los gobiernos implicados? Estas preguntas son el quid de la cuestión de la película Secretos de Estado (2019) dirigida por Gavin Hood. Narra la historia real de Katharine Gun (Keira Knightley), una empleada de GCHQ —uno de los tres servicios de inteligencia del Reino Unido— que filtró un documento secreto, que exponía una operación ilegal de Estados Unidos para espiar a varios diplomáticas de los países que se encargaban de aprobar una resolución de las Naciones Unidas que daría acerca los argumentos necesarias para justificar la invasión al país iraquí en 2003. Tras ser acusada de traición, el conocido abogado Ben Emmerson (Ralph Fiennes) se ofrece a defenderla.  Este thriller político, muy similar a otros muchos anteriores —véase el fascinante The Post (2017) de Steven Spielberg— nos ofrece más preguntas que respuestas acerca de lo que deberían ser secretos de estado y lo que no. Pero también de hasta que punto los ciudadanos conocemos realmente las decisiones de nuestros gobiernos y el mundo que nos rodea o simplemente somos marionetas de nuestros dirigentes.


 

PAVARE

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