LARGA VIDA, ¿UNA REALIDAD O PROMESAS DE LA CIENCIA?
La vida se está alargando a marchas aceleradas como
se puede observar en este artículo. Los avances en medicina, son de una magnitud
tal que para el año 2100, la expectativa de vida al nacer podría superar con
facilidad los 100 años:
“Hasta hace medio siglo, apenas unos cuantos alcanzaban a vivir un siglo o
más. Pero hoy no pasa un día sin que “algo” que nos facilite vivir más y mejor
salga en los medios de comunicación. Los científicos que se dedican al estudio
de la longevidad y el envejecimiento saludable se llaman biogerontólogos (del
griego geron, que significa viejo).
Sabemos que el hombre busca la inmortalidad desde
que tenemos registro de la historia. Por ejemplo, hace casi 5000 años cuando
las pirámides egipcias iniciaban su construcción se escribía un texto médico y
en la parte anversa de ese papiro ya se encontraba ¡una receta para una crema
antiarrugas! Desde siempre, los seres humanos han buscado retrasar el
envejecimiento, buscando vivir para siempre. El problema de la muerte aparece
en cada civilización, en el Gilglamesh, en la Biblia, con Prometeo en la
mitología griega y con Shakespeare en las siete edades del hombre.
Las grandes preguntas que los científicos intentan
resolver son: ¿Por qué nuestros cuerpos cambian con la edad? ¿Qué nos hace
mortales? ¿Por qué morimos? ¿Cuándo comienza el declive de nuestras vidas? ¿A
los 40? ¿A los 60? ¿En qué células comienza el envejecimiento? ¿Será desde que
el óvulo es fecundado?
Si tan solo pudiéramos definir qué es el
envejecimiento, tal vez podríamos saber qué hacer para cambiarlo o detenerlo.
El envejecimiento es, en parte, un conjunto de
procesos fisiológicos que contribuyen al deterioro y muerte del cuerpo. Estos
procesos causan debilidad, incapacidad y enfermedades aumentando el riesgo de
morir. Cualquier proceso asociado al declive del cuerpo a través de los años es
un componente del envejecimiento que hay que identificar para contrarrestar en
lo posible.
Todo el reino animal comienza de la misma forma, un
óvulo y un espermatozoide. Los animales y los seres humanos crecen, se hacen
adultos y en algún momento de la vida cada especie sigue un destino diferente,
pues unos viven 100 años –como los elefantes— y otros un día –como las moscas de
la fruta—. La hidra, por ejemplo, es un animal que se considera inmortal. Los
biólogos no saben si envejece muy lentamente o es en realidad inmortal. La
hidra vive en agua dulce y es un pequeño tubo de un par de milímetros de pies a
cabeza, tiene una boca y diez tentáculos desde los cuales tira un arpón con
toxinas para paralizar a su presa y alimentarse. Su cuerpo tiene sólo 20 tipos
de células, las cuales hacen copias de sí mismas todo el tiempo. Algunas de
estas células migran a ciertas partes del cuerpo y comienzan a formar
protuberancias que se desprenden formando así otra hidra. Se cree que todo el
cuerpo central de la hidra son células madre, tal vez por eso “vive para
siempre”.
Cada área de la ciencia intenta definir al
envejecimiento y darle una explicación ya sea desde una perspectiva médica,
evolutiva o demográfica. Las teorías que actualmente predominan son:
Hay dos tipos de células en el cuerpo: las
germinales (es decir, óvulos y espermatozoides) y las del resto del cuerpo o
somáticas. Esta teoría indica que envejecemos porque sólo las células
germinales están evolutivamente preparadas para dar origen a la siguiente
generación, mientras el resto del cuerpo envejece y muere. Las células
somáticas son desechables en comparación a las células germinales.
La mitocondria se encarga de procesar nutrientes de
la dieta para proveer al cuerpo de energía. La mayor parte de estas reacciones
ocurren en la membrana donde intercambia nutrientes por ATP (paquetes de
energía); durante este procesamiento (metabolismo) se generan múltiples
desechos en forma de radicales libres y moléculas de oxígeno reactivo, las
cuales no siempre son eliminadas por los sistemas de defensa del cuerpo. Estos
radicales libres generan estrés oxidativo atacando proteínas, lípidos y al ADN,
debilitando a la célula y enviando mensajes para iniciar la muerte celular, lo cual
ocurre con mayor frecuencia en mitocondrias de organismos viejos.
Los lisosomas son los centros de reciclaje de las
células y están encargados de limpiar a la célula constantemente, tienen
enzimas potentes capaces de degradar macromoléculas viejas en sus diferentes
partes y reciclarlas. A través de los años los lisosomas pierden la capacidad
de degradación y acumulan grandes moléculas que se entrelazan creando
lipofuscina, sumamente tóxica para la célula y responsable de la degeneración
macular que ocasiona ceguera en ancianos.
Las células coexisten armónicamente con otras
células gracias a la matriz extracelular –una especie de gelatina hecha de
proteínas y fibras conectivas—. Con la edad estas fibras se rompen y la
estructura de tejidos se desmorona. Mucho de este daño es debido a la adición
de azúcares entre proteínas. Otros procesos –como la peroxidación de lípidos y
proteínas— causan cambios en las señales metabólicas y modificaciones de
expresión génica iniciando procesos de inflamación y pobre comunicación entre
células, dando origen a enfermedades metabólicas o cáncer.
El ADN de las células está empacado en los cromosomas,
en las puntas de los cromosomas residen los telómeros que son pedazos de ADN
que protegen al resto de la secuencia. Cada vez que una célula se replica se
pierde un pedazo de telómero. Cuando los telómeros se acortan
significativamente, ésta es una señal de que la célula ha envejecido y ya no
debe reproducirse, sino morir. La telomerasa es una enzima hecha de ácido
ribonucleico (ARN) encargada de mantener el tamaño apropiado de los telómeros.
Se piensa que la actividad de la telomerasa es clave para mantener telómeros
largos y contrarrestar el envejecimiento celular.
Con la edad, las células madre pierden su capacidad
para dividirse, lo cual puede atribuirse al metabolismo, estrés oxidativo y
radicales libres o acortamiento de telómeros. Cuando las células madre
escasean, tejidos y órganos no son reemplazados por células nuevas, entonces
envejecen, no realizan todas sus funciones y disminuyen la capacidad de
sistemas vitales del cuerpo, como es el ritmo cardiaco o la coordinación
mente-cuerpo, procesos importantes para mantener el equilibrio y caminar con
seguridad, facultades que vemos disminuidas en la vejez.
El envejecimiento es para muchos científicos un
problema biomédico de ingeniería que se resolverá tarde o temprano. No esta
lejos el día que se perfeccione el método para generar un órgano como el
corazón proveniente de nuestras propias células (para evitar rechazo) e
implantarlo cuando el propio ya no sea eficiente, o bien el uso de terapia con
células madre para curar desde diabetes hasta la enfermedad de Alzheimer.
Actualmente muchas de las enfermedades de la vejez
como el cáncer, diabetes, hipertensión, ataques al corazón y enfermedades
neurodegenerativas ya pueden ser contrarrestadas con el reemplazo de tejidos y
órganos por unos nuevos. Existen varias estrategias para regenerar órganos y
tejidos.
Las células del corazón no se regeneran, es decir,
nuestro corazón tiene funcionando prácticamente las mismas células desde que
nacemos hasta que morimos. Es por eso que un infarto deja una cicatriz con la
cual el corazón hace lo posible para seguir funcionando como antes, pero nunca
igual. Con el paso de los años, los tejidos pierden la capacidad de regeneración
eficiente, acumulan daños y su reparación se hace lenta y se llena de errores.
Es posible inyectar células madre a tejidos para
mejorar su capacidad intrínseca de regeneración y mantenimiento. Justo este año
científicos en Corea del Sur demostraron que es posible preparar e inyectar
células madre provenientes de la sangre del paciente para renovar tejido
cardiaco que muere durante un infarto.
Ahora que las expectativas de vida son mayores para
todos, se incrementa la probabilidad de que algún miembro de la familia
requiera un trasplante de células madre para combatir un cáncer. Padres que han
preservado el cordón umbilical de sus hijos en congeladores especiales, podrán
hacer uso de éstos en los próximos 70 años. Se dice que en cuanto al uso de
células madre, “entre más joven, mejor”, lo cual quiere decir que entre más
joven sea el donante de células madre, mayor probabilidades de éxito y duración
tendrá la terapia. Esto se debe a que las células madre de recién nacidos
tienen telómeros más largos y envejecen más lentamente que las células madre de
adultos. Así, al usar células madre que provienen de nuestro propio cordón
umbilical para curar algún cáncer o regenerar un riñón, prevenimos que este
órgano regenerado envejezca rápidamente comparado a si usamos células madre de
adultos.
¿Cómo se producen órganos con células madre?
Partamos de un corazón de cerdo (después de todo, cotidianamente se trasplantan
válvulas cardiacas de cerdo en humanos). De éste, sólo necesitamos la
estructura cardiaca, es decir, el armazón que da la estructura tridimensional
al corazón, por lo que hay que eliminar todas las células del cerdo excepto el
armazón que no contiene células, sino está formado por componentes de la matriz
extracelular. El proceso se llama descelularización. Luego esta matriz que
sirve como “armazón” se le cubre con células madre del paciente, las cuales
desarrollan un nuevo corazón sin problemas de rechazo para el receptor ¡y
listo!. Aun no se desarrollan corazones, pero ya es posible recrear traqueas y
vejigas completas. En Boston, el Dr. Anthony Atala ya ha utilizado esta técnica
por una década para crear vejigas en niños con espina bífida y en Suecia el Dr.
Macchiarini de la Universidad Karolinska en Estocolmo, desarrolló hace unos
años el uso de nanofibras para crear el armazón de traqueas de pulmón sobre las
cuales las células madre del paciente sintetizan una traque nueva. Las células
madre que son puestas sobre estos armazones siguen un orden increíblemente
coordinado para recrear la estructura que conocemos del órgano en cuestión. Es
muy probable que en el futuro solo usemos armazones artificiales en lugar de
los provenientes de animales.
Además de los esfuerzos por generar órganos y tejidos
iguales o similares a los que se van deteriorando con la edad, también hay
mucho desarrollo en partes biónicas para reemplazo de extremidades y funciones
difíciles de sintetizar en el laboratorio. En Agosto de este año,
investigadores de la Universidad de California en Irvine, dieron a conocer una
nueva forma de piernas biónicas controladas directamente por el cerebro sin
necesidad de fuentes de energía externa. Estas piernas están equipadas con un
lector de voltaje –como un electroencefalograma— que se coloca en la cabeza. El
paciente lo único que tiene que hacer es imaginar que está caminando o
levantándose y las piernas reaccionan caminando o levantándose. Estas
extremidades biónicas responden al 95% de los estímulos del cerebro, es decir,
no son perfectas, este sistema aún está en desarrollo y el siguiente paso es
probarlo en pacientes con extremidades paralizadas.
Los esfuerzos médicos para eliminar las
enfermedades de la tercera edad han concluido que a cierta edad el cuerpo
humano necesita un “upgrade”, es decir, una actualización. Otro problema más
específico es el caso de enfermedades ocasionadas por genes defectuosos. La
terapia génica pretende corregir estos genes y curar al paciente. En un futuro
cercano se espera utilizar una combinación de células madre y terapia génica
para corregir desórdenes genéticos o darle un “upgrade” al cuerpo. La ciencia
lleva años intentándolo y parece ser que con tres pasos conocidos como
regresión, reprogramación y reemplazo (RRR) será posible corregir enfermedades
genéticas con cualquier tipo de células del propio paciente.
Regresión celular: cualquier célula del cuerpo puede
ser convertida en una célula madre. Problema actual: al regresar células
somáticas a su estado de células madre varios factores de transcripción son
activados y sus efectos no están bien estudiados.
Reprogramación: corrección del defecto genético en células madre.
Problema actual: falta de precisión, los vectores como proteínas y virus usados
para corregir errores genéticos no son del todo exactos y es difícil encontrar
las mutaciones en lugares específicos del genoma.
Reemplazar: las células enfermas por células corregidas
genéticamente. Las células madre con la mutación corregida se pueden
diferenciar en cualquier célula deseada en neuronas, células del páncreas o del
hígado para su posterior reemplazo en el cuerpo. Problema actual: los virus que
se usan como vectores para llevar las células sanas dentro del cuerpo tienden a
integrarse con nuestro genoma aumentando el riesgo de cáncer.
Todo este procedimiento
funciona bien en ratones. Científicos han incluso logrado recuperar la vista en
ratones ciegos con este mismo método, pero es casi imposible realizar estudios
clínicos en humanos por cuestiones éticas.
Las expectativas de vida hace varios siglos eran
muy bajas. La mayoría moría al nacer o poco después del nacimiento, debido a
condiciones insalubres, falta de alimentos, cuidados básicos, servicios de
salud y principalmente por infecciones y enfermedades, para las cuales la
civilización ya ha desarrollado vacunas, antibióticos y estándares mínimos de
higiene y seguridad pública.
En México, la esperanza de vida para 2012 es de 76
años en promedio, 78 para las mujeres y 73 para los hombres. Las diferencias
entre hombres y mujeres podrían estar en las mutaciones que se acumulan en la
mitocondria de los hombres. En el mundo desarrollado, la gente tiende a vivir
80 años en promedio. En teoría, las expectativas de vida aumentan cada año por
3 meses para personas en países desarrollados. Pero, ¿Hay un límite? ¿Podremos
vivir 200 años o más?
Pronósticos según científicos optimistas como Jim
Vaupel dicen que con cada descubrimiento médico que desacelera el
envejecimiento, la gente vive más de lo que demógrafos del pasado habían
predicho. El lado opuesto está sustentado por científicos que definen a la
vejez y muerte como algo preprogramado de lo cual no podemos escapar.
Investigadores como Jay Olshansky insisten en que es casi imposible que el
hombre supere los 85 años sumando además el decadente estilo de vida que ha
incrementado la obesidad y enfermedades relacionadas como diabetes, síndrome
metabólico y ataques al corazón. Las expectativas de vida del norteamericano no
son iguales a las de Japón o Suecia, y no por falta de recursos, sino por un
mal uso de estos. Desafortunadamente, México se ve afectado por las tendencias
alimenticias y de estilo de vida de nuestro vecino de norte ¿Será que Olshinsky
tiene en parte razón y que la obesidad nos está matando?
Pero el número de personas que viven 100 años,
llamadas centenarios, está en aumento. En Agosto de 2012, China reportó varias
zonas del país con 7.5 centenarios por cada 100 mil personas, en total unos 40
mil. En EUA, Australia e Inglaterra encontramos 20 centenarios por cada 10 mil
habitantes. Estos números varían y no tienen un patrón ni están relacionados
con el desarrollo del país. Muchos centenarios se concentran en “Zonas Azules”,
que han sido definidas e investigadas por Dan Buettner, científico de National
Geographic. Regiones como Okinawa Japón, Cerdeña en Italia y Loma Linda en
California están llenas de centenarios saludables y felices. Y aunque México no
tiene una Zona Azul per se, Dan Buettner encontró que México es el país más
feliz en el continente Americano. La ciudad más feliz dentro de México es
Monterrey, Nuevo León, donde 80% la gente es fiel a su religión y los valores
familiares prevalecen sobre cualquier estilo de vida.
Como su nombre lo indica, esta estrategia para
“vivir más” se refiere a disminuir la ingesta de alimentos de manera
significativa (20 - 40% menos comida) con el fin de alargar la vida. Pero,
¿Cómo es que comiendo menos se vive más?
Muchos animales de laboratorio sometidos a
restricción calórica han logrado aumentar sus expectativas de vida
significativamente posponiendo la incidencia de enfermedades de la tercera
edad. El mecanismo que explica cómo es que la disminución de alimentos aumenta
los años de vida no está del todo claro; se cree que tiene que ver con varias
rutas metabólicas. Una disminución a largo plazo del 30% de calorías, resulta
en una disminución de hasta el 70% de grasa blanca (adipocitos). En
consecuencia, al haber menos grasa blanca se activan genes que aumentan la
capacidad metabólica del cuerpo al mismo tiempo que se reprimen genes
relacionados con la producción de moléculas inflamatorias.
Entre los genes que se activan está el Factor de
Crecimiento Similar a la Insulina (IGF-1, por sus siglas en ingles). Esta
hormona mantiene a las células activas constantemente trabajando. Si
disminuimos los niveles de esta hormona a través de la restricción calórica,
entonces las células trabajan menos, se “relajan” y se disminuye el riesgo a presión
alta y obesidad.
¿Es posible aumentar la vida en humanos con la
restricción calórica? En 1987 se comenzó un estudio en EUA, cuyo objetivo era
comparar monos sometidos a restricción calórica contra monos con acceso normal
a la comida. Después de 25 años los resultados se dieron a conocer a mediados
de 2012: desafortunadamente los monos que llevaron una dieta restringida por 25
años no vivieron más que los animales control, pero sí vivieron más sanamente.
Los primates a dieta gozaron de excelente salud durante sus años de vida, pero
las causas de muerte fueron las mismas en los dos grupos de animales. Otros
estudios confirman los buenos efectos a la salud de la restricción calórica.
Animales a dieta muestran una ausencia o postergación de enfermedades crónicas,
un excelente sistema inmunológico y coordinación motora, además de una baja
incidencia de diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares.
La restricción calórica tal vez no aumenta los años
de vida, pero sí mejora la calidad de vida en cuanto a salud. Es posible que
una dieta menos prolongada sea una estrategia más factible para comprobar esta
hipótesis en seres humanos. O bien, al descifrar el mecanismo por el cual la
restricción calórica prolonga la salud, quizá encontraremos terapias
alternativas con efectos similares. Actualmente hay grupos de personas que
ayunan varias veces a la semana con resultados favorables en cuanto a niveles
de colesterol y presión arterial. Pero aún desconocemos las consecuencias a
largo plazo aún no las conocemos.
En la actualidad la gente tiene menos hijos y vive
más; por lo tanto, el número de personas mayores está en incremento a nivel
mundial. Y aunque vivir más años gracias a los avances de salud, higiene y
progreso médico es motivo de celebración, también es un factor que incrementa
la incidencia de ciertas enfermedades como ataques al corazón, diabetes,
enfermedades degenerativas, Alzheimer y Parkinson, ceguera causada por
degeneración macular y el emperador de todas las enfermedades, el cáncer. Estas
enfermedades de la tercera edad son el efecto secundario de la civilización
¿Debemos entonces acabar con estas enfermedades? ¿Debemos curar el
envejecimiento?
¿Es el envejecimiento una enfermedad? ¿Cuáles
serían las consecuencias éticas si curamos el envejecimiento? Cuando se trata
de explicar al envejecimiento bajo la teoría de la evolución no se le encuentra
sentido, pues el envejecimiento muestra cómo la selección natural pierde fuerza
para prevenir mutaciones en eventos que nos afectan en la última parte de la
vida. Es decir, si una mutación causa una enfermedad mortal en la niñez, se
reduce la posibilidad de que el ser humano se reproduzca, por lo tanto esta
mutación desaparece de la población. Por el contrario, una mutación que genera
una enfermedad grave después de los años reproductivos es más probable que se
mantenga en la población. Entonces, las poblaciones acumulan mutaciones que
tienen efectos dañinos para la salud durante la tercera edad y la suma de estos
efectos es el envejecimiento. Así, la vejez es una enfermedad muy especial.
En México y en EUA, las autoridades de salud no
definen a la vejez como una enfermedad; por lo tanto, productos “anti-edad”
como el resveratrol y varios suplementos alimenticios no están regulados y son
recomendados de forma popular.
Si la sociedad redefiniera al envejecimiento y la
vejez como una enfermedad, tal vez las instituciones de salud establecerían
estrategias para combatirla, previniendo también la charlatanería asociada al
uso popular e indiscriminado de productos anti-envejecimiento”
(Saber
más, 2013)
PAVARE
Comentarios
Publicar un comentario