SE HA IDO LA GRAN ARQUITECTA ZAHA HADID

Zaha Hadid en una de sus últimas apariciones

(Foto: El País)
La arquitecta Zaha Hadid nos ha dejado repentinamente tras una fulgurante carrera con obras tan conocidas como el Pabellón Puente de Zaragoza (2008):
Zaha Hadid (Bagdad, 1950), que ha muerto este jueves en Miami a los 65 años de edad, hizo historia antes de comenzar a construir. Era internacionalmente famosa por sus dibujos neoconstructivistas cuando Rolf Fehlbaum, el dueño de la empresa alemana de mobiliario Vitra, le dio la oportunidad de levantar su primer edificio: la estación de bomberos de su fábrica. Corría el año 1994. Una década después, obtenía el premio Pritzker (2004) y con él comenzaba una de las carreras más fructíferas de la profesión. Las más notable en manos de una mujer.
Iniciaba, así, la triple carrera de obstáculos de tratar de construir un ideario, de hacerlo siendo mujer y de intentar levantar edificios emblemáticos en su patria de adopción, el Reino Unido. No fue fácil. Hadid llegó a ganar concursos, como la Ópera de Cardiff en Gales, que finalmente le encargarían a Norman Foster. Supo resistir. Se convirtió en una excelente diseñadora capaz de aplicar su talento a joyas, muebles, zapatos, bolsos, barcos o la ropa con la que se vestía.
Cuando en 2003 inauguró su Centro de Arte en Cincinnati (Ohio) –su primer proyecto norteamericano- el mundo arquitectónico observó con lupa cómo había sido la transformación de los planos de la rompedora arquitecta de papel a las tres dimensiones de la realidad. Salió airosa del juicio pero entendió que la exigencia con ella era mayor y decidió arriesgar más. “Tratando de romper los límites de la arquitectura” hablaba de convertir los edificios en paisaje y de repensar los límites físicos de las construcciones.
Lo hizo con el MAXXI de Roma en 2010 y con la Opera de Guangzhou el mismo año. Por esas fechas concluyó una de sus obras más conmovedoras, el colegio Evelyn Grace en Brixton, un lugar donde alumnos con un futuro poco prometedor estudian en uno de los mejores edificios de la capital británica.
En Baku (Azerbayán), Hadid y su equipo levantaron el centro cultural Heydar Aliyev que abrió una vía de vanguardia para la transformación de la ciudad, al tiempo que la asociaba a la dinastía vitalicia que ostenta el poder. Tras firmar el Centro Acuático para las olimpiadas de Londres (2012) y dejar una versión sobria de su marca artística en su ciudad, Hadid fue llamada a trabajar en Oxford, donde levantó un edificio en el St. Anthony’s College. Tenía entre manos la renovación del frente marítimo de Estambul y el diseño de un estadio para Qatar 2022.
Una torre en Moscú y un puente en Taiwan. Si durante años su campo de actuación fueron los museos -su obra no construida se valoraba por su aportación artística- durante las últimas décadas parecía querer reinventar el mundo. Su estudio no hacía más que crecer, a punto de trasladarse a las oficinas del antiguo Design Museum, junto al Támesis, manejaba proyectos en todos los continentes del mundo.
En las numerosas entrevistas que Zaha Hadid concedió a EL PAÍS tres cuestiones aparecían en su discurso de manera recurrente. De un lado el selecto club: “Nunca seré como ellos. No navego, soy musulmana y soy mujer”. Hablaba de la falta de apoyo de sus colegas arquitectos ante injusticias como la de la Ópera de Cardiff. Sólo Richard Rogers inició una protesta pública.
El segundo tema era el Guggenheim de Bilbao. Hadid estaba muy agradecida a la audacia del edificio de Gehry. Si le discutías que ella llevaba décadas firmando proyectos rompedores cuando el Guggenheim se inauguró, te daba la razón. Y también una explicación: “El Guggenheim abrió la puerta. Tenía que abrirla un hombre. A mí no me hubieran dejado. Por eso estoy agradecida. Gracias a ese proyecto he podido construir”.
El tercer asunto de su ideario era como un mantra. No se cansaba de repetirlo: era fundamental siempre y en todo momento romper los límites de la arquitectura. Se refería a los límites físicos, formales, y justo es reconocerle que ella lo consiguió. También dejó saldadas las otras dos cuestiones. En el mundo árabe su trayectoria hizo que muchas mujeres quisieran estudiar arquitectura. Puede que no navegara, como tantos arquitectos, pero está claro que hace ya años que pasó a pertenecer al club.
Fue en Miami ayer por la noche tras hospitalizarse por una bronquitis –Hadid tenía una tos gutural inolvidable- cuando sufrió un ataque al corazón. En España, el Pabellón-puente de Zaragoza se levantó con la leyenda de que Hadid nunca estuvo allí. La otra cara de la moneda, el Pabellón López de Heredia, es una de las joyas más preciadas de la bodega riojana. Esa dualidad resume la leyenda que una muerte como está no hará más que agrandar”

(El País, 2016)


PAVARE

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